La industria automotriz está experimentando una de las transformaciones más rápidas de su historia. La electrificación, la evolución de los modelos minoristas y el impulso a la sostenibilidad aceleraron el cambio. Sin embargo, el auge de la personalización impulsada por el consumidor tuvo un impacto significativo en la forma en que los fabricantes de automóvil planean, construyen y entregan vehículos en los últimos años.
Los consumidores esperan cada vez más poder configurar con un solo clic, seguir sus pedidos en tiempo real y recibir vehículos adaptados a sus preferencias. Si bien muchas marcas de prestigio en regiones como EMEA operaron durante mucho tiempo con modelos configurados a pedido, los fabricantes del mercado masivo tradicionalmente recurrieron a estrategias de fabricación contra stock basadas en versiones estandarizadas y asignaciones de concesionarios. Hoy, sin embargo, incluso los consumidores del mercado masivo esperan mayores niveles de personalización, más opciones y entregas más rápidas.
Para los fabricantes de equipos originales (OEM) y los proveedores estratificados, este creciente apetito por la personalización expuso los límites de los modelos de producción tradicionales. Las estrategias tradicionales de fabricación contra stock y asignación estática se crearon para lograr escala y previsibilidad en lugar de agilidad. Como resultado, los fabricantes a menudo tienen dificultades para mantener el ritmo de la demanda del mundo real, lo que genera inventarios desparejados, una rotación más lenta y costosas ineficiencias.
Cuando los modelos push contraatacan
Muchos fabricantes aún operan con un enfoque de “empuje”, produciendo en base a asignaciones de distribuidores o promedios históricos en lugar de la demanda real de los consumidores. Esto a menudo resulta en un exceso de oferta de modelos que se venden más lentamente y en una escasez de acabados y características que los clientes realmente desean.
El problema se agrava a lo largo de toda la cadena de valor. Los proveedores, que operan varios niveles más abajo, reciben pronósticos obsoletos o una visibilidad limitada de los últimos cambios de configuración. Esta falta de sincronización dificulta la planeación eficiente de las ejecuciones de producción, la optimización del uso de recursos o el cumplimiento de plazos de entrega ajustados.
El impacto es medible. Gestionar el creciente número de posibilidades de configuración crea complejidad en la producción y la programación. La fabricación de automóvil puede llevar más tiempo, los costos de producción pueden aumentar y la satisfacción del cliente puede disminuir si los fabricantes no pueden entregar pedidos personalizados rápidamente.




