11 de marzo, fecha en la que se cumplen cinco años desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el COVID-19 como pandemia. Siguió una ola de caos que puso patas arriba la cadena de suministro, obligándola a adaptarse, transformarse y aprender a un ritmo acelerado.
Además de adaptarse a una pandemia mundial, la cadena de suministro se ha enfrentado a un aluvión aparentemente implacable de "tiempos sin precedentes": el bloqueo del Canal de Suez, los devastadores incendios forestales, la guerra en Ucrania, la escalada de las tensiones en el Mar Rojo, la persistente escasez de chips, la paralizante escasez de mano de obra y el fantasma inminente de nuevos aranceles... La lista continúa.
Al conmemorar este sombrío aniversario, echamos la vista atrás a los tres impactos más significativos y duraderos que han remodelado fundamentalmente las operaciones de la cadena de suministro y, quizás lo más sorprendente, las dos áreas que han vuelto a una apariencia de normalidad.
3 cambios a largo plazo en la cadena de suministro
1. Aumento de la nearshoring y alejamiento de la dependenciade una sola fuente
La pandemia fue una llamada de atención que puso de manifiesto la fragilidad de las cadenas de suministro interconectadas a nivel mundial y los riesgos de depender excesivamente de proveedores lejanos y estrategias de fuente única. Aunque las cadenas de suministro globalizadas son eficientes en tiempos estables, son muy vulnerables a las perturbaciones repentinas y generalizadas, como se observó durante los confinamientos y cierres de fronteras iniciales.
La pandemia mostró vulnerabilidades en la cadena de suministro, que se amplificaron con eventos posteriores, como las tensiones en el Mar Rojo, que provocaron que el tráfico de carga cayera de alrededor de 5000 contenedores por día en noviembre a 2000 en diciembre de 2023. O la sequía del Canal de Panamá, que obligó a las autoridades a cancelar los cruces de barcos en un 36%, con un costo de entre 500 y 700 millones de dólares.
El resultado fue un cambio y una aceleración hacia el nearshoring, la relocalización y la diversificación de fuentes. Casi 8 de cada 10 empresas (79%) están diversificando su base de proveedores, y el 71% invierte activamente en regionalización y localización para mitigar futuras interrupciones.
La investigación de McKinsey muestra que el 73% de las empresas ahora están buscando el doble abastecimiento y el 60% están regionalizando sus cadenas de suministro. Este cambio refleja una respuesta directa a la interrupción de la pandemia, que expuso los peligros de confiar en un único punto de fallo.
Además, también hay un aumento del "friend-shoring", con un 83% de las organizaciones invirtiendo en él, lo que demuestra el deseo de construir redes de suministro más estables y predecibles. La pandemia puso de manifiesto la importancia de la estabilidad geopolítica y la confianza, lo que llevó a las empresas a dar prioridad a las asociaciones con aliados políticos y económicos.
La pandemia actuó como un poderoso catalizador, acelerando la adopción de estrategias de regionalización, diversificación y fomento de la resiliencia. Obligó a las empresas a reevaluar sus modelos de cadena de suministro, alejándose de los enfoques puramente impulsados por los costos para adoptar un marco más sólido y adaptable.